Esta puede ser la época del año que más me agrada, es como una resurrección después del invierno.
El invierno lleva los árboles desnudos,con esos días cortos, grises, lluviosos, y sobre todo fríos por estas tierras. En el momento que el día empieza a ganar a la noche, y comienza a subir la temperatura, desde ese momento esas pequeñas porciones de luz y calor, empiezan apoderarse de mi corazón, como si esas energías penetraran en mi torrente sanguíneo, y minuto a minuto, día tras día, y año tras año,van impregnando de unidades de felicidad todo mi ser, hasta llegar muy adentro.
Observo como los arboles van dando sus primeras hojas, o flores, los pájaros cantan enérgicamente al amanecer, y como todo va surgiendo como si hubiera estado escondido, y tímidamente empieza a emerger, pero también emergen los insectos, alergias, etc, etc.etc.
Todo sale de su escondite, lo que me gusta y lo que no.
Ese resurgimiento, esos pocos días, activan en mi todo mi ser, lo bueno y lo malo, salen al descubierto, las noto enfrentadas esas dos partes, la maravillosa, luminosa y grandiosa y la triste, negativa y apagada.
Y me digo «esa eres tu», y según quiera que vaya mi vida así debo inclinar mi balanza.